viernes, 29 de abril de 2016

restos arqueologicos del ecuador

restos arqueologicos del ecuador

Ecuador posee gran riqueza cultural e histórica que puede ser evidenciada a través de los espacios arqueológicos, muestra del legado cultural que dejaron los antiguos pobladores de este territorio desde el 11.000 a.C.
crédito: inyar
Los hallazgos arqueológicos del Ecuador se ubican dentro de las siguientes categorías de tiempo, que constituyen la historia aborigen del país y su desarrollo sociocultural hasta antes de la llegada de la colonización española que irrumpió este proceso autónomo.

A breves rasgos, el primer período es el Paleoindio o Precerámico, en el que se ubican algunos de los centros arqueológicos que mencionamos más adelante, tales como el Inga o La Vega. La evidencia arqueológica permite afirmar que nuestra historia comienza hace unos 11.000 años, un periodo en el que el país ha salido ya de una de las épocas más frías de la glaciación y comienza a entrar en un proceso de mejoramiento climático. El hombre del paleoindio ocupa el territorio nacional y se expande por la Sierra y la Costa. Su principal medio de subsistencia era la caza, pesca y recolección de frutos, actividades características de los grupos nómadas organizados en hordas o bandas.

Posteriormente inicia el periodo formativo que comprende la historia del Ecuador desde el 4000 a.C. al 300 d.C. Este período se caracteriza por el desarrollo de un nuevo estilo de vida alrededor de la producción de alimentos, es decir, la agricultura. Al final del período Formativo se produce una gran expansión de los grupos humanos que habían adoptado el modo de vida aldeano. Las culturas sedentarias residían en poblaciones permanentes, y al final de este periodo aparecen por todas las tierras bajas de la Costa, Sierra y Amazonía.

El periodo siguiente es el desarrollo regional que se da desde el 300 d.C. al 700 d.C. Este se caracteriza por una organización social basada en una sociedad estratificada en función de la especialización del trabajo y de las actividades de gobierno. Los grupos humanos se organizan en Señoríos Étnicos, regidos por autoridades relacionadas directamente con la religión. También inicia el desarrollo de la Astronomía y la creación del calendario agrícola, así como el estudio de Medicina.

Continúa nuestra historia con el periodo de integración, desde el 800 d.C. El territorio del actual Ecuador consta de unidades políticas de gran extensión territorial, organizadas bajo el sistema de Cacicazgos. Se da el control de centros urbanos, religiosos, y productivos en función del dominio del territorio, a veces por medios bélicos, por ello las guerras civiles para lograr el control local. Se desarrolla una arquitectura ceremonial y funeraria que se verá reforzada en el periodo Inca.

El periodo Inca es relativamente corto, inicia en el 1480 d.C. En él se produce el desarrollo de centros urbanos de características megalíticas, es decir, urbes al estilo inca imperial. Conjuntamente se construye en este periodo de expansión, una gran infraestructura vial, militar y ceremonial que va aglutinado los conocimientos ancestrales de los andes y adaptándolos a los rasgos sociales del imperio. El pueblo conquistador impone una religión panteísta, heliolátrica (centrada en el culto al sol) y de carácter obligatorio como religión oficial en todo el territorio del actual Ecuador que tenía mayoritariamente una religión politeísta. La nueva religión estaba fuertemente relacionada con la astronomía y manejada por una clase sacerdotal ligada al Estado.
La Arqueología de estos periodos de tiempo es la evidencia de las huellas del pasado que representan no sólo un valor estructural y arquitectónico, también han permitido conocer la cosmovisión ancestral y la idiosincrasia de nuestros antepasados, cuyos rasgos básicos se conservan en muchas de las etnias locales.
crédito: patriciotamariz
En la región costa de Ecuador encontramos sitios de gran interés para la comunidad científica y arqueológica que merecen ser conocidos por el turista. Entre ellos tenemos el asentamiento de La Tolita, los hallazgos arqueológicos en la Isla de la Plata y Agua Blanca, el centro arqueológico de Real Alto, en los que puede visitar hallazgos in situ, una característica única de la arqueología de la región. También existen restos cerámicos, habitacionales y hallazgos de enterramientos.

En la región Sierra de Ecuador los sitios de mayor interés arqueológico son las Tolas, o montículos artificiales de tierra, y los pucaráes, construidos como palacios o fortalezas militares. La serranía ecuatoriana conserva el legado de las primeras hordas y grupos nómadas del Ecuador en espacios como Chobshy y La Vega. Además en la serranía podrá encontrar los restos de las culturas andinas representativas de nuestro país como los Caras, los Puruháes, los Panzaleos, los Cañaris, entre otros.

La región también está caracterizada por las huellas que dejó la conquista inca, las mismas que se hallan concentradas en las actuales provincias de Loja, Azuay y Cañar, que corresponden al territorio que se incorporó al Tahuantinsuyo. Existen testimonios arquitectónicos importantes, como son las ruinas de la antigua Tomebamba, el centro ceremonial de Ingapirca y otros edificios como Tambo Blanco, Molleturo y Culebrillas.

La Región Amazónica de Ecuador, por otra parte, tiene un desarrollo único, ya que la conquista y expansión tanto de los señoríos locales como del incario, no influyó mayormente en su despegue cultural. Los sitios de mayor interés arqueológico lo constituyen plataformas artificiales, montículos de tierra, centros ceremoniales, habitacionales y petrogrifos. Entre ellos tenemos a La Cueva de los Tayos, y el sitio arqueológico del río Upano, denominado Huapula, que ha atraído a investigadores de todos los rincones del planeta.

El legado socio cultural de Ecuador es bastante complejo. Por ahora el registro arqueológico permite afirmar que el poblamiento de nuestro país se desarrolló por el callejón interandino, y se vio posteriormente complementado con las migraciones menores del Desarrollo Regional, Integración y período incaico.

Los sitios arqueológicos de Ecuador que mayor interés turístico han despertado por sus posibilidades de acceso son: Cochasqui, el Museo Arqueológico de Tulipe, Guano, Ingapirca, Tomebamba, Sumpa y Agua Blanca.

Estas riquezas del pasado arqueológico y ancestral del Ecuador, pueden ser apreciadas en el Museo del Banco Central del Ecuador así como en los numerosos y respectivos museos de sitio. Constituyen un extraordinario patrimonio de los ecuatorianos y el mundo.

Los seis tesoros arqueológicos más importantes de Ecuador

Un recorrido por los vestigios de civilizaciones ancestrales, que dejaron la huella de su vida cotidiana y de sus ritos y ceremonias, permite conocer el desarrollo y la espiritualidad de estos pueblos.
En América Latina, los vestigios de estas civilizaciones se encuentran en varios puntos del continente, enmarcados en entornos naturales maravillosos. Recorrerlos permite intuir el esplendor de unas civilizaciones perdidas en el tiempo.
México, Colombia, Perú, Ecuador son algunos de los países conservan los vestigios de civilizaciones precolombinas como las de los Maya, los Incas y los Aztecas. La ciudad Maya de Tikal, en Guatemala; las majestuosas ruinas de Machu Picchu, en Perú; las ruinas de Chichen Itza, que fuera la capital más importante de la cultura Maya, localizada en Yucatán, México, son algunas de las más representativas del continente.
Ecuador también conserva, en varios puntos de su geografía, los restos y cimientos de importantes civilizaciones preincaicas. Le proponemos un recorrido por las más conocidas y visitadas por arqueólogos y turistas:
Museo de Sitio de Tulipe
museo-tulipe
Setenta kilómetros al noroccidente de Quito, se encuentra uno de los mayores hallazgos arqueológicos de Ecuador: las huellas de la civilización preincaica de los Yumbos (800 después de Cristo, hasta 1660).
El Museo de Sitio Tulipe, ubicado en la capital del país, Quito, le transportará en el tiempo, concretamente a principios del pasado milenio. Los acueductos, piscinas, tolas, petroglifos y caminos de piedra permiten deducir el enorme legado astronómico, geométrico y arquitectónico que nos dejó la civilización de los Yumbos.
El levantamiento más importante del Museo es un centro ceremonial compuesto por ocho grandes estructuras de roca, vinculadas a los acueductos. Estas estructuras eran utilizadas por los Yumbos para desarrollar ritos purificativos, adorar a dioses y calcular el tiempo.
El entorno natural que envuelve estas ruinas, sus ríos aledaños y diversos senderos conducen a lugares con aire místico, en los que el visitante se sorprenderá con los petroglifos de complejas figuras.
Los senderos de este sitio ancestral han perdurado en el tiempo y, según los arqueólogos e historiadores, fueron utilizados como vías de conexión entre la Sierra y la Costa.
Con una muy didáctica reproducción multimedia, en el Museo de Sitio de Tulipe se relata la historia de la civilización de los Yumbos. El contenido de estos guiones es el resultado de 25 años de investigación sobre la cotidianidad y trascendencia de esta cultura preincaica, de avanzado desarrollo organizativo, espiritual y arquitectónico.
Horarios:
De miércoles a domingo, de 09:00 a 17:00
Costo: Adultos, 3 USD, Estudiantes, tercera edad, niños y personas con capacidades diferentes, 1USD

Ruinas de Cochasquí

ruinas-cochasqui
El parque arqueológico y de investigación de Cochasqui, ubicado en el cantón Pedro Moncayo (provincia de Pichincha), tiene una extensión  aproximada de 80 hectáreas. Situado a más de 3000 msnm, es un perfecto mirador para observar elevaciones como el Cerro Puntas, el Cotopaxi, los Ilinizas, el Pichincha, el Quinche, entre otros.
El sitio conserva una enorme riqueza histórica y cultural, expresada en los vestigios del pueblo preincaico de los Quitu-Cara, que habitó una extensa región desde la Costa hasta la Amazonia, y desde el norte de Pichincha, hasta el sur de Colombia.
Quince pirámides truncas y más de veinte montículos funerarios, un jardín botánico y un museo arqueológico, permiten conocer e interpretar la cultura solar de esta civilización.
Cochasqui, ubicado a 52 km al norte de Quito, es un templo del misterio. Varias teorías sobre lo que pudo haber sido en su momento de esplendor se tejen entre los científicos, arqueólogos e historiadores. Muchos sostienen que pudo haber sido un observatorio astronómico, o una necrópolis. Para otros, se trataba de altares de adoración o de un sitio de prácticas militares. Esto último porque allí se encontraron más de 500 cráneos humanos.
Además de las pirámides y montículos funerarios, muros, terrazas, lagos artificiales, canales, caminos, etc. forman parte del Parque Arqueológico de Cochasquí, que integra también el recorrido del Qhapaq-Ñan (el Camino del Inca).
En el sitio arqueológico existen llamas, zorrillos, lobos, conejos, perdices, tórtolas, cóndores, águilas y pumas. También puede observar la vegetación originaria que incluye árboles como el puma maqui, arrayán, sacha-rosa, capote, aliso, orquídeas, otros. Recuerde que a 15 km. se encuentran las Lagunas de Mojanda y la elevación Fuya Fuya.
Para llegar a Cochasquí debe tomar la Panamericana Norte. En el km 52, a la altura del peaje, deberá tomar el desvío a Cochasquí, también puede llegar desde Mojanda o por Tocachi o Malchingu.
Usted podrá encontrar hospedaje en la ciudad de Otavalo, conocida mundialmente por su mercado y sus artesanías, o en la ciudad de Ibarra.
Horarios:
El parque Arqueológico Cochasquí se puede visitar todos los días del año, de 08:30 a 16:30.
El valor del ingreso a este parque es: USD 3 para extranjeros, USD 1 para nacionales, USD 0,50 para estudiantes y USD 0,20 para niños y personas de la tercera edad.

Las ruinas de Ingapirca

ingapirca
Al sur del Ecuador, en la provincia del Azuay, se encuentran las ruinas de Ingapirca, complejo arqueológico situado en un altiplano de la provincia de Cañar.
Solamente 80 km de la hermosa y cultural ciudad de Cuenca, estas ruinas precolombinas fueron construidas por los habitantes de la cultura Cañar, para ser utilizadas como centro ceremonial y de intercambio de comercio.
Los vestigios de Ingapirka, palabra que significa “muro del Inca”, pudieron haber sido un observatorio del Sol y de la Luna, además de un centro ritual y de estrategias militares, según las interpretaciones científicas. El edificio, de origen Inca- Cañari fue construido por orden directa del Inca Huayna Cápac, durante las guerras de expansión territorial.
El entorno de estas majestuosas ruinas lo conforman los páramos de Curuquinga y Buerán, al este y sur, y la cordillera occidental por el oeste. Se dice que la civilización Cañar eligió estas tierras para construir estos templos que estaban integrados en una ruta que recorrían entre Ecuador y Perú.
Los grandes hallazgos de cerámica de estas ruinas han ayudado a datar ese lugar en los años 500 ac.
Usted podrá disfrutar de estos parajes con una visita de un día y hospedarse en la cultural y hermosa ciudad de Cuenca, Patrimonio de la Humanidad.
Horarios
De Lunes a Domingo 08:00 a 19:00
Costo de ingreso:5 USD

Comuna de Agua Blanca, en Manabí
agua-blanca-manabi
Ubicada a unos 15 km al norte de la ciudad de Puerto López, en la provincia de Manabí, la comuna de Aguablanca es un centro arqueológico encajado en un hermoso entorno natural.
La comuna es parte del Parque Nacional Machalilla. Vestigios de la civilización de los Machalilla y de la cultura Manteña se encuentran en este terreno, transformado en un museo de sitio.
Ruinas de templos, plazas y viviendas de la cultura manteña (1.500 A.C), así como urnas funerarias, y objetos de cerámica, sobre todo de uso doméstico y ceremonial, pueden observarse en este museo y dan una idea al visitante de lo que fue la vida cotidiana y la cultura de estos habitantes ancestrales.
Al recorrer la rivera del rio Buenavista, se puede descubrir un asentamiento con los restos de templos, plazas y viviendas de la cultura Manteña. Los hallazgos cerámicos salen al paso en todo el camino.
La laguna de azufre es otro de los atractivos de la visita a la comuna. Se trata de una laguna natural con concentraciones de azufre, que emanan de una formación volcánica subterránea. Se dice que estas aguas tienen propiedades curativas.

Complejo de Pumapungo de Cuenca

pumapungo
En pleno centro de la ciudad de Cuenca, en el casco histórico, encontramos un parque arqueológico, construido a finales del siglo XV.
Estas son las ruinas de lo que, según los arqueólogos e historiadores, fue una de las ciudades más imponentes del imperio Incaico. Allí se encontraban el Templo del Sol y un templo de vírgenes del Sol. También formaba parte de este complejo el templo de Tomebamba.
Durante los trabajos realizados en las dos últimas décadas, se recuperaron diversas piezas de cerámica, metal, conchas y huesos, que se pueden apreciar en el museo de sitio y que hablan de una organización compleja y desarrollada.
En este lugar se asentó la ciudad de Tomebamba, que fuera destruida antes de la llegada de los conquistadores españoles, quienes después levantarían sus iglesias sobre las piedras de los templos indígenas. Se dice que esta ciudad fue cuna del hijo del Inca Hayna Cápac y que esta condición le valió convertirse en un espacio sagrado.
En el Parque Arqueológico de Pumapungo se puede observar también la entrada a un túnel de treinta metros de largo. Los estudios determinan que este sirvió de mausoleo y que simbolizaba el mundo de los espíritus. Todo ello, como parte de la cosmovisión compleja y profunda del pueblo que habitó lo que ahora constituye el complejo arqueológico más importante del país.
Si lo visita, usted podrá alojarse en la hermosa ciudad de Cuenca, construida con las mismas características que la ciudad de Cuenca en España.
Horarios:
De Lunes a Domingo 08:00 a 19:00
Costo de ingreso: 5 USD

Rumicucho, en la mitad del mundo
rumicucho
“Rincón de piedra”. Ese es su nombre en Qichwa: Rumicucho. Estas ruinas arqueológicas, ubicadas al norte de la ciudad de Quito, nos ofrecen una clara visión de lo que fue un templo dedicado al Dios Sol.
Desde su privilegiada ubicación, en una colina desde donde se puede apreciar el cerro de La Marca y el volcán Cayambe, que forman una línea horizontal este – oeste, lugar exacto por donde atraviesa el Sol en su equinoccio.
Se cree que Rumicucho fue uno de los templos más importantes de adoración al Astro Rey. Con una extensión de más de 300 m. de largo por 75 de ancho, está formado por cinco terrazas de piedra en forma piramidal.
Durante los enfrentamientos entre los pueblos nativos y los Incas, este lugar sirvió como estructura militar de apoyo y logística, debido a su estratégica situación. De ese uso quedan, como huellas, caminos, puentes y tambos; construcciones que, según la historia, también fueron utilizadas como un fuerte militar Inca.
Rumicucho es un lugar de encanto, con maravillosas vistas, en el que usted podrá aprender sobres estos pueblos milenarios y sus tradiciones y valorar el desarrollo y conocimiento de las culturas ancestrales. Todo eso, rodeado de un maravilloso entorno natural.
Los primeros pobladores permanentes del actual Ecuador vivían ya hace unos 12.000 años en estos territorios. Su origen es semejante al de otros pueblos americanos que probablemente llegaron de Asia, cruzando el Estrecho de Bering en épocas aún más remotas y desde allí fueron desplazándose hacia el sur.
Desde el principio los pueblos aborígenes se destacaron por una marcada vocación religiosa que se expresó en la construcción  de magníficos   centros   ceremoniales,   como  el   de  Real  Alto  y  los
ubicados en las islas de La Tolita y de La Plata. La alfarería y la metalurgia que alcanzaron un gran nivel de desarrollo artístico y tecnológico vinculado a las prácticas religiosas, que supieron encarnar en impresionantes máscaras y figuras una cosmovisión que se fundó en un profundo conocimiento de la naturaleza y el severo respeto de sus normas.
Dos manifestaciones culturales simbolizan, entre otras, esta etapa: la concha Spondylus Princeps, codiciado fruto del Pacífico oriental, ofrenda ceremonial por excelencia y antecesora de la moneda americana; y, los canasteros o 'mindalaes', intrépidos comerciantes que, por mar y tierra, recorrieron la América precolombina, contribuyendo al intercambio e integración cultural del continente.
Desde el arcaico cazador-recolector hasta los últimos incas, el período aborigen americano se caracteriza por una producción de elementos de cultura material de gran calidad estética, fino tratamiento, exuberante creatividad y desarrollada técnica.
Si bien es verdad que probablemente no existía el concepto del arte por el arte, la sensibilidad estética del aborigen americano es un hecho que puede perfectamente comprobarse desde el más temprano trabajo lítico. Una muestra de este aserto serían por ejemplo: las puntas de proyectil "cola de pez" en que se equilibra la funcionalidad con la belleza (Vista de puntas de proyectil de El Inga), o qué decir de aquellos morteros de andesita y serpentina con modernísimas formas de felinos esquematizados, con colas caladas por medio de la técnica del "corte a piola", de la cultura Valdivia, las estelas funerarias con la misteriosa "Venus de los Cerros" o las singulares sillas manteñas, e incluso las armas las cuales, aunque mortales como los "rompecabezas" o mazas de combate incaicos, fueron trabajadas con armonía.
En la cerámica, desde los más antiguos cuencos con incisiones ungulares que repiten interesantes ritmos secuenciales o las simbólicas "venus" de Valdivia con espectaculares peinados y con clarísima exaltación de sus atributos femeninos. No podemos menos que sorprendernos ante la confluencia de la técnica con la belleza en las magistrales "botellas silbato" de Chorrera o en sus misteriosos cuencos de técnica iridiscente; admirarnos por la abstracción de los diseños de las compoteras negativas del Carchi o el expresionismo de las figuras de La Tolita.
Prácticamente ninguno de los "ismos" del arte contemporáneo se escapa de la polifacética creatividad del ancestral arte aborigen americano: realismo (botella Chorrera-Bahía de dos felinos), hiperrealismo (anciano de La Tolita), abstraccionismo (urna funeraria Napo), cubismo (la divinidad picasiana de La Tolita), constructivismo (orejeras espirales de Milagro Quevedo), arte cinético (máscara con antifaz de La Tolita), arte onírico (caimán con cuatro ojos de La Tolita), etc.
La piedra, la cerámica, la metalurgia, al igual que los trabajos de madera y concha muestran un universo amplísimo de virtualidades estéticas y de profundas significaciones cosmogónicas.
Estas maravillas del pasado indígena del Ecuador, de las cuales se puede apreciar una bellísima selección en esta parte del Museo Virtual del Banco central del Ecuador, constituyen un extraordinario patrimonio histórico-cultural y humano perteneciente a todos los ecuatorianos. 
PERIODOS
Hombre Temprano   (10000 A.C. a 4000 A.C.)
En la Sierra ecuatoriana, al igual que en otras muchas otras zonas del continente americano, especialmente en terrenos despejados con extensiones de pastizales o bosque abierto donde pastaban manadas de animales herbívoros (planicies occidentales norteamericanas, centro y norte de México, Costa del Caribe, Llanos del Orinoco, Planalto brasileño, Chaco, Pampas del sudeste de Brasil, Uruguay y Argentina, Patagonia y Tierra de Fuego, páramos y punas andinas...), el hombre temprano del Paleoindio se especializó en la caza de animales de mediano (camélidos, équidos y cérvidos) y gran tamaño (mastodontes, llamas gigantes y perezosos terrestres).
Aunque la recolección de vegetales y de animales de pequeño tamaño (insectos y moluscos) constituía un complemento importante a la dieta de estos cazadores especializados, su forma de vida giraba, esencialmente, alrededor de los movimientos y abundancia relativa de los animales de sus potenciales presas.
Para obtenerlas y poder aprovechar eficientemente su carne, piel, huesos, etc. desarrollaron una sofisticada tecnología, especialmente por lo que se refiere en la talla de la piedra para la elaboración de armas de caza y instrumentos cortantes. La talla de la pidra se manifestó en tradiciones diversas, con diferentes técnicas y estilos de trabajo del material y formas de los productos terminadsos, las cuales aprecen en lugares muy distantes entre sí como resultado del movimniento de las distintos grupos humanos, pero también se combinaron en algunos lugares debido al contacto de poblaciones con antcedentes culturales diversos.
Aunque al principio del Holoceno (ca. 10 000 a.C.) se extinguieron casi todas las las presas de gran tamaño, megafauna, en muchas zonas del Callejón interandino persistió, hasta el establecimiento de la agricultura y la sedentarización (posiblemente hasta alrededor del año 2000 a.C.), el modo de vida de los cazadores especializados o Paleoindio.
Otra forma de vida del Hombre Temprano corresponde a los recolectores especializados con dependencia muy secundaria en la caza, la denominada "Arcaico" (10 000 a 4000 a.C.). En estas sociedades, aunque tampoco tenían una residencia permanente, sus movimientos más que estar ligados de sus las presas de caza (esto podía ocurrir esporádicamente o en cierta estación del año) dependía más de la abundancia de ciertos alimentos vegetales en un lugar y momento determinado, o la de moluscos (terrestres o acuáticos) y/o crustáceos, los concentraciones estacionales de peces en un determinado lugar, etc.
Esto, aunque no produjo el asentamientos permanentes si propició una forma de vida con agrupaciones y dispersiones de los grupos familiares ("bandas") de manera estacional, con poblados base donde en una época del año se producían agregaciones de muchas bandas en un lugar determinado donde en aquella época había una especial abundancia de alimentos muy deseados. Estas concentraciones sociales llevaba a producir alianzas, uniones matrimoniales, intercambios la participación en actividades sociales y ceremonias de carácter comunitario.
En algunos casos estos lugares eran también los de los cementerios donde se inhumaban (aunque fuera por segunda vez)  a los fallecidos de durante todo el año, y todos tenían la ocasión de disponer de los chamanes y curanderos más prestigiosos cuando éstos no eran de su propia banda.
Con este estilo de vida el disponer de una técnica sofisticada de talla de la piedra era algo de importancia muy secundaria, mucho más importante era el tejido y la cestería para elaborar recipientes para contener granos y nueces, redes para pescar, el trabajo de la madera, la concha o la piedra para producir grandes herramientas con punta que permitiese extraer de la tierra raíces y tubérculos, excavar huecos de almacenamiento, desprender moluscos de la roca o desenterrarlos de la arena, etc.
En Ecuador existieron grupos humanos con este estilo de vida en el litoral del Golfo de Guayaquil y en la península de Santa Elena: la cultura Las Vegas.
Formativo Temprano
(4000 A.C. a 1500 A.C.)
Este período se carecteriza por el desarrollo de un nuevo estilo de vida que giró alrededor de la producción de alimentos, y solo complementariamente por el aprovechamiento directo directa de los bienes que la naturaleza ofrecía.
El cultivo de plantas (horticultura / agricultura) especialmente del maíz, estabilizó o aumentó la capacidad productiva de los pueblos, lo cual dio como resultado una mayor diversificación alimenticia y un aumento en el volumen de consumo. Para producir bienes alimenticios fue necesario invertir la fuerza de trabajo de los individuos identificados como parientes, y además la tierra agrícola debió ser reservado al uso exclusivo de determinada comunidad, condición necesaria para invertir un esfuerzo planificado.
Para asegurar la su defensa y explotación colectiva surgió entonces la estructura tribuna, fundamentada en relaciones de filiación y compromisos de reciprocidad entre las distintas unidades domésticas, como forma de organización general de las relaciones sociales. Se fortalecieron los principios de organización comunal basado en un sistemas de linajes cada vez más diferenciados en términos de su prestancia socioeconómica y religiosa.
La sedentarización fue cada vez más continua y permanente. Para ello se escogió un espacio vital de acuerdo a las necesidades y experiencias históricas, pero en general con cómodo acceso a suelos fértiles, topografía favorable y un clima satisfactorio. El manejo del espacio adquirió un carácter más simbólico con la formación y diseño de poblados con creciente complejidad demográfica y urbana. Incluso se consolidaron "centros ceremoniales" como el de Real Alto (cultura Valdivia).
Se alcanzó un importante avance en los sistemas tecnológico-artesanales que incluyeron: construcción de viviendas para familias ampliada; experimentación con formas de almacenamiento de productos agrícolas y su cocción en recipientes de barro (cerámica); cultivo y aprovechamiento del algodón para confección de vestidos, con ayuda del telar de cintura; artesanías en una variedad de materias primas como huesos de animales para fabricar pequeños artefactos y adornos corporales, paja y otras fibras vegetales para confeccionar canastos, piedras varias para herramientas cortopunzantes, así como artefactos para moler y machacar, y el trabajo de la concha, especialmente la Spondylus, que adquirió un carácter simbólico-ritual y de prestigio social.
Formativo Tardío
  (1500 A.C. a 350 A.C.)
Al final del período Formativo Temprano se produce una gran expansión de los grupos humanos que habían adoptado el modo de vida aldeano; es decir, de poblaciones sedentarias que practican el cultivo de la tierra como principal medio de subsistencia y residían en poblaciones permanentes. Aparecen ahora por todas las tierras bajas de la Costa, por la Sierra y por la Amazonía.
Este modo de expansión no se limita a la adopción de un modo de vida y de unas actividades de subsistencia determinadas pues, en amplias regiones (o en una serie de regiones vecinas) es una misma cultura en casi todos los aspectos la que predomina; es decir, ocurre un "horizonte" cultural. Por toda la Costa se extienden sucesivamente dos horizontes, el Machalilla y el Chorrrera (o "Chorreroide"), en la Sierra Centro Norte el horizonte Cotocollao (que penetra ligeramente en la zona de Chimborazo, de la Sierra Centro Sur) y Narrío en la Sierra Centro Sur. Además, ciertos rasgos distintivos de estos horizontes culturales no se limitan estrictamente a su propio territorio sino que influyen en las culturas de las regiones donde no alcanzaron a establecerse. Rasgos de la cerámica Machalilla y Chorrera aparecen en la alfarería Cotocollao y Narrío; cerámica Chorrera de fabricación local ocurre en Imbabura y Chimborazo; rasgos de la cerámica Machalilla aperecen en la de la cueva de Los Tayos, (en la Amazonía Sur).
Hacia el final de su desarrollo (fases 7, 8 y 8a), la cultura Valdivia se extendió ampliamente por la costa ecuatoriana, influyendo además en las etapas iniciales de las primeras culturas aldeanas y agricultoras de la Sierra ecuatoriana: Cotocollao en la Sierra Centro Norte y Narrío de la Sierra Centro Sur. Por otro lado, algunos de sus rasgos distintivos, como las figurillas femeninas de cerámica o "venus", evolucionan para incluir una serie de características relacionadas con la identificación de la mujer con el águila arpía y resaltar de manera más evidente la función reproductora de la mujer con la representación del embarazo, en figuras sentadas y con el cráneo intencionalmente deformado.
Estas características de la figura femenina dominarán en la cultura Machalilla (de 1600/1500 a 1000/850 d. C.) que sucede a Valdivia, en la Costa Exterior principalmente, pero que se extiende por toda la planicie costera y muchos de sus rasgos alcanzan a culturas de la Sierra (Narrío y Cotocollao) y de la Amazonía (Los Tayos), como son las botellas de "asa de estribo" o la pintura roja en bandas o líneas paralelas sobre engobe pulido de color claro.
Posteriormente, con el complejo cultural u "horizonte" Chorrera se produce una gran multiplicación en los motivos iconográficos, en cerámica y otros materiales, lo cual refleja una significativa un ceremonialismo mucho más rico, una complejización en sus relaciones sociales y políticas, así como en su relación con la naturaleza. Se intensifican sus contactos con otros grupos humanos, aún con aquellos situados en regiones lejanas y en pisos ecológicos diferentes (Costa-Sierra-Amazonía, por ejemplo) por medio de una aparente institucionalización de los intercambios mercantiles.
Cotundo
(1000 A.C. a 350 A.C.)
Esta fase arqueológica fue establecida en base a unos restos cerámicos localizados en el río Misaguallí, provincia de Napo. La cerámica de esta cultura es fina y delgada;los recipientes más comunes son cuencos con hombro angular y ollas.
Tayos
(1400 A.C. a 1400 A.C.)
En el sur de la Amazonía ecuatoriana existe un complejo de cuevas bastante extenso localizado junto al río Coangos, primer afluente del río Santiago después que éste se forma por la confluencia de los ríos Zamora y Upano. El Coangos recoge las aguas  de las vertientes del sector norte de la cordillera del Cóndor, provincia de Morona Santiago. Esta caverna recibe el nombre de "Tayos" porque en su interior viven varias colonias de pájaros conocidos con este nombre y porque en su canto o graznido parecen emitir  un sonido parecido a la voz de "tayo ? tayo"; de manera más común son identificados con el nombre de "guácharos". Este pájaro nocturno, sus huevos y en especial los polluelos son una fuente ancestral de alimentación para el hombre, pues en épocas de crianza son abundantes y están cubiertos por una capa de grasa que les cubre el cuerpo y un aceite que se deposita en el vientre.
Cotocollao
(2000 A.C. a 350 A.C.)
El área de Cotocollao, en la parte norte de la actual ciudad de Quito fue muy favorable para los primeros asentamientos humanos y el desarrollo de la agricultura gracias a su clima suave, temperaturas constantes, lluvias moderadas y suelos fértiles, así como la presencia de dos lagunas, hoy desecadas. El sitio arqueológico de este nombre constituye el asentamiento formativo más importante hasta hoy detectado, para este período,  en el valle de Quito y en la Sierra norte del Ecuador; aunque se han descubierto, además otros 80 sitios más de esta tradición cultural a la largo de la meseta de Quito. Se han realizado también hallazgos de objetos de la cultura Cotocollao tan al sur como la provincia de Chimborazo.
Alausí
(1500 A.C. a 400 D.C.)
Los científicos americanos Collier y Murra (1943), en su libro Survey and excavation in southern Ecuador, hacen referencia a una colección de cerámica existente en el convento de las Hermanas Salesas, de Alausí (Chimborazo).
Narrío
(2400 A.C. a 450 D.C.)
Esta manifestación cultural debe su nombre a la colina denominada "Cerro Narrío", situada en la afueras de la ciudad de Cañar (provincia de Cañar), donde existe el sitio más conocido pero, lastimosamente, el más destruido por los "huaqueros" o buscadores de tesoros. Los sitios de esta cultura se extienden, principalmente, por las provincias de Cañar y Azuay, aunque su presencia es también importante en el sur de la de Chimborazo y norte de Loja. Su cultura material muestra relaciones evidentes con las sociedades contemporáneas de la planicie costera (cultura Machalilla y "horizonte" Chorrera) y de la Amazonía, especialmente con la zona de Macas y del río Upano. Tuvo una historia de unos dos mil años, desde la parte media del período Formativo Temprano hasta el final del Desarrollo Regional.
Catamayo I
(1900 A.C. a 350 A.C.)
En la Sierra Sur del Ecuador (parte meridional de la provincia de Loja), la presencia del hombre más temprana conocida hasta ahora corresponde a la cultura denominada "Catamayo", que abarca aproximadamente desde el año 1900 al 350 a.C. Fue localizada en una serie de sitios arqueológicos (Trapichillo, El Tingo 3, Quebrada Los Cuyes I, La Vega y Pucara, entre otros) situados todos ellos en la planicie del fondo del valle del río Catamayo, en las cercanías de la población del mismo nombre (también conocida como La Toma), en el centro de la provincia de Loja.
Mafa
(700 A.C. a 350 A.C.)
Los restos arqueológicos de esta cultura fueron localizados en el sitio C69 (río Santiago, provincia de Esmeraldas), los cuales están ubicados estratigráficamente inmediatamente por debajo de los materiales Selva Alegre a los que anticipa estilísticamente.
Chorrera / Horizonte Chorreroide
 (1100 A.C. a 200 A.C.)
La cultura Chorrera o complejo cultural (u "horizonte") Chorrera se expande por casi todo el territorio correspondiente a las tierras bajas occidentales (Costa Norte, Costa Exterior y Costa Interior) de la actual república del Ecuador, y la mitad sur de la costa pacífica de Colombia, lo que demuestra demostrando una adaptación exitosa y un profundo conocimiento de las distintas zonas y nichos ecológicos. Aparecen, además importantes influencias chorreroides en el callejón interandino, tanto en Imbabura como en Pichincha, Chimborazo, Cañar y Azuay.
La sociedad Chorrera alcanzó un nivel de organización social que se caracteriza por una creciente especialización y jerarquización. Pocos sitios monumentales han sido estudiados de esta cultura, pero su abundante y extraordinaria producción cerámica permite reconocer el modo de vida de este pueblo que alcanzó un nivel tecnológico y artístico sin parangón en la arqueología ecuatoriana.
Los rasgos tecnológicos que caracterizan a Chorrera son las botellas silbato que al momento de verter el agua reproducen sonidos específicos de aves y otros animales y los recipientes antropomorfos que destacan personajes en variadas actividades como músicos, contorsionistas, cargadores, aguateros, navegantes, personajes recostados boca arriba o sobre sus espaldas. De estos últimos aprovecharon la posición para ser utilizados a manera de descansa nuca, rasgo cultural que aparece por primera vez en la arqueología ecuatoriana.
Otros recipientes se destacan por la asimetría en su forma ya que semejan un zapato con la punta adelgazada, con la particularidad que en el extremo se ha esculpido un rostro antropozoomorfo de difícil identificación; este es un rasgo estilístico que tiene su origen en la cultura Valdivia; de manera que el recipiente "zapatiforme" tiene antecedentes muy tempranos en América. Otro rasgo tecnológico importante en esta cultura es la decoración iridiscente que al contacto con el agua se destaca el brillo especial de los diseños.
Las figurillas corresponden, en su mayoría a figuras femeninas, con una actitud hierática, desnudas pero con adornos o diseños pintados en incisos en la cara y cuerpo. Llevan una especie de casco a manera de tocado (posiblemente un peinado o arreglo de cabello realizado con pasta de achiote) y orejeras en forma de aro de servilleta. Todas estas características son indicios o expresiones de diferenciación social y especialización en lo simbólico, pues semejan personajes en actitud de meditación o transe chamánico, e incluso, parecen asumir posiciones de yoga y entonación de cánticos sagrados.
En la plástica de Chorrera se destacan además, con un realismo impresionante, las recreaciones del mundo animal y vegetal. El virtuosismo de sus ceramistas les permitió representar ejemplares de la fauna circundante como el jaguar, la serpiente, el águila, el murciélago, mono y el agutí (Dasyprocta sp.) entre otros, así como frutos diversos, los cuales deben ser considerados entre los objetos de más alta nivel artístico de la América precolombina. Estas representaciones faunísticas tienen a la vez la doble connotación de ser creaciones simbólicas o abstracciones culturales que reflejan su particular interpretación religiosa del mundo.
Trabajaron la concha para elaborar adornos tales como brazaletes, collares, orejeras de forma tubular ("de carrete"), pectorales triangulares, demostrando una técnica artesanal que requiere habilidad, conocimiento y especialización. Tallaron adornos especiales o joyas en materiales tan difíciles como el "cristal de roca" o cuarzo cristalizado, obsidiana, turquesa, y soladita.
Machalilla
(1400 A.C. a 700 A.C.)
Machalilla es una manifestación cultural particular que se desarrolló a partir de la cultura Valdivia, aunque se desconocen las causas, la zona geográfica en donde se habría dado el cambio y las características iniciales de esta cultura. Sus aldeas de asentaron a lo largo del perfil litoral y tierra adentro, principalmente en la provincia del Guayas y sur de Manabí; sin embargo existen evidencias de su presencia, en zonas interiores de la Cuenca del Guayas y en el litoral norte de la provincia de Esmeraldas. Además, su influencia, al menos estilística, se hizo sentir también en Cotocollao, Sierra Centro Norte, en Narrío, Sierra Centro Sur, y en la Cueva de Los Tayos, Amazonía Sur.
Cosanga
(1500 A.C. a 1530 D.C.)
La tradición cerámica Cosanga correspondiente a esta cultura amazónica fue inicialmente identificada en sitios de la Sierra Centro Norte, especialmente formando parte de ajuares funerarios, y fue denominada "Panzaleo" por Jacinto Jijón y Caamaño.
Tivacuno ("Tihuacuno")
(500 D.C. a 900 D.C.)
Esta cultura de los primeros siglos del período de Integración se localizó en algunos sitios de habitación antiguos situados en la Amazonía Central, en la margen izquierda del río Tiputini, afluente del Tivacuno, tributario meridional, a su vez, del río Napo.
Yasuní
(50 A.C. a 50 D.C.)
Esta cultura está representada solamente por los vestigios existentes en dos pequeños sitios de habitación situados sobre la orilla sur del río Napo, a tres kilómetros río arriba de la desembocadura de su afluente el Tiputini.
Upano I
(600 A.C. a 400 D.C.)
En la provincia de Morona-Santiago, aguas abajo de la gran curva del río Upano, sobre su orilla izquierda, existe un antiguo complejo monumental denominado "centro ceremonial Huapula". La espectacularidad de la cultura Upano radica precisamente en la construcción de complejos de montículos artificiales alargados de arcilla, de forma rectangular u ovalada, organizados grupos de dos plazas gemelas separadas por una pequeña plataforma intermedia.
Chimba
(700 A.C. a 250 D.C.)
Esta cultura se desarrolló, durante los últimos siglos del período Formativo Tardío y durante todo el de Desarrollo Regional, en la sección del callejón interandino correspondiente a la provincia de Imbabura y al nordeste de la de Pichincha, entre el río Guayllabamba por el sur y el Mira por el norte. La cerámica de la Chimba en sus varias fases presenta tipos cerámicos específicos.
Cumbayá ("Jardín del Este")
(250 A.C. a 300 D.C.)
Los vestigios de esta cultura se han localizado principalmente en el valle de Quito y en las pendientes que lo prolongan hacia el este , hasta el cauce del río Guayllabamba-San Pedro. Aparentemente, también estuvo presente en el valle de Machachi al sur de la provincia de Pichincha.
Mindo ("Nambillo Medio")
(150 A.C. a 400 D.C.)
La cerámica del período de Desarrollos Regional en la parte occidental de la provincia de Pichincha, correspondiente a la cultura Mindo o "Nambillo Medio", es muy poco conocida y presenta rasgos no muy diagnósticos: ollas simples o compoteras de bordes evertidos. Es común el engobe rojo, generalmente en el labio.
Catamayo II (D.R.L.)
(350 A.C. a 400 D.C.)
Durante el período de Desarrollo Regional, en la mitad meridional de la provincia de Loja, se desarrolla denominada simplemente D. R. L. ("Desarrollo Regional de Loja") por el arqueólogo francés Patrice Lecoq (1983)
 
 

 

 

 

 

 

 

opinion personal:

los restos arqueologicos fueron encontrados en el pais del ecuador y por eso se le conoce como un pais artesano  

fuentes:

 http://www.quitoadventure.com/espanol/cultura-gente-ecuador/arqueologia-ecuador/arqueologia-02.html
https://www.google.com.ec/search?q=restos+arqueologicos+del+ecuador&biw=1366&bih=634&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&sqi=2&ved=0ahUKEwiQ1Jb7gLTMAhXEHh4KHQI-ADUQsAQIIA#imgrc=uhsHNxMmdSnaIM%3A

 

jueves, 28 de abril de 2016

HISTORIA DEL ARTE

Arte de la Edad Moderna

 

El arte de la Edad Moderna –no confundir con arte moderno, que se suele emplear como sinónimo de arte contemporáneonota 8 se desarrolló entre los siglos XV y XVIII. La Edad Moderna supuso cambios radicales a nivel político, económico, social y cultural: la consolidación de los estados centralizados supuso la instauración del absolutismo; los nuevos descubrimientos geográficos –especialmente el continente americano– abrieron una época de expansión territorial y comercial, suponiendo el inicio del colonialismo; la invención de la imprenta conllevó una mayor difusión de la cultura, que se abrió a todo tipo de público; la religión perdió la preponderancia que tenía en la época medieval, a lo que coadyuvó el surgimiento del protestantismo; a la vez, el humanismo surgió como nueva tendencia cultural, dejando paso a una concepción más científica del hombre y del universo.
El origen de la historia del arte como tal data del siglo XVI, considerándose las Vidas de Giorgio Vasari el texto inaugural del estudio del arte con carácter historiográfico. El método que siguió el erudito florentino era la biografía del artista. Esta metodología fue la que se impuso hasta el siglo XVIII, cuando el historiador alemán Johann Joachim Winckelmann inició un nuevo tipo de análisis del arte buscando en el desarrollo de las civilizaciones una evolución estilística.nota 9

Renacimiento

Surgido en Italia en el siglo XV (Quattrocento), se expandió por el resto de Europa desde finales de ese siglo e inicios del XVI. Los artistas se inspiraron en el arte clásico grecorromano, por lo que se habló de «renacimiento» artístico tras el oscurantismo medieval. Estilo inspirado en la naturaleza, surgieron nuevos modelos de representación, como el uso de la perspectiva. Sin renunciar a la temática religiosa, cobró mayor relevancia la representación del ser humano y su entorno, apareciendo nuevas temáticas como la mitológica o la histórica, o nuevos géneros como el paisaje, el bodegón e, incluso, el desnudo. La belleza dejó de ser simbólica, como en la era medieval, para tener un componente más racional y mesurado, basado en la armonía y la proporción.
La arquitectura recuperó los modelos clásicos, reelaborados con un concepto más naturalista y con bases científicas: se recuperó el uso del arco de medio punto, la bóveda de cañón, la cúpula de media naranja y los órdenes clásicos (dórico, jónico, corintio y compuesto). La estructura del edificio se basó en proporciones matemáticas, que buscaban la perfección de las formas, a la vez que se potenció la luminosidad y la diafanidad de los espacios. En el Quattrocento destacó la arquitectura desarrollada en Florencia: Filippo Brunelleschi (cúpula de Santa María del Fiore, Basílica de San Lorenzo), Leon Battista Alberti (San Andrés de Mantua); mientras que en el Cinquecento el centro artístico pasó a ser Roma: Bramante (San Pietro in Montorio, Basílica de San Pedro del Vaticano), Antonio da Sangallo (Palacio Farnesio). En esta época cobró un progresivo auge la jardinería, que empezó a ser concebida mediante un diseño estructurado; surgió así el llamado «jardín italiano», de composición geométrica, construido sobre terrazas con escalinatas (Jardín del Belvedere, Bramante; Villa Madama, Rafael). Fuera de Italia, el Renacimiento se desarrolló sobre todo en Francia, con la obra de Philibert Delorme; en Alemania no llegó hasta mediados del siglo XVI, con el castillo de Heidelberg y, sobre todo a finales de siglo, en Baviera; en los Países Bajos la influencia italiana se denotó especialmente en la decoración, sobre estructuras todavía de signo gótico; en Inglaterra se produjo el estilo Tudor, desarrollado sobre todo en la construcción de palacios civiles, caracterizado por la utilización del arco Tudor; en Rusia, el Renacimiento italiano –introducido por Aristotile Fioravanti– fue adaptado al estilo bizantino típicamente ruso, como en el magnífico conjunto del Kremlin. En España se desarrollaron varios estilos: el plateresco, caracterizado por el uso de paramentos almohadillados, columnas abalaustradas y profusa decoración de grutescos (Alonso Covarrubias, Diego de Siloé); y el purismo, más preocupado por la estructura racional del edificio, abandonando la decoración exuberante del plateresco (Rodrigo Gil de Hontañón, Andrés de Vandelvira).
La escultura buscó igualmente la idealizada perfección del clasicismo, aunque perduraron hasta el siglo XVI la elegancia curvilínea y la esbeltez de proporciones del gótico internacional. Se utilizaban materiales nobles, como el mármol y el bronce, con un especial gusto por la forma monumental. Junto a la temática religiosa se desarrolló el retrato, en busto o en figuras ecuestres, al estilo de la antigua Roma. Destacaron especialmente: Lorenzo Ghiberti, Jacopo della Quercia, Luca della Robbia, Andrea Verrocchio y, especialmente, Donatello (David, 1409; Judit y Holofernes, 1455-1460); y, fuera de Italia, Michel Colombe en Francia, Peter Vischer en Alemania, y Felipe Bigarny, Bartolomé Ordóñez y Damián Forment en España.
La pintura sufrió una notable evolución desde las formas medievales, con formas naturalistas y temáticas profanas o mitológicas junto a las religiosas. Los estudios de perspectiva permitieron hacer obras de gran efecto realista, basadas en proporciones matemáticas, con especial utilización de la «sección áurea» tras el estudio publicado por Luca Pacioli (De Divina Proportione, 1509). Se utilizó el fresco y el temple, mientras que se introdujo el óleo a mediados del siglo XV por influencia flamenca. Uno de sus principales exponentes fue Leonardo Da Vinci, genio polifacético que introdujo el sfumato o «perspectiva aérea», con obras como La Virgen de las Rocas (1483), La Última Cena (1495-1497), La Gioconda (1503), etc. Otro nombre de relevancia fue Rafael, maestro del clasicismo sereno y equilibrado, con una perfecta ejecución pictórica, como se demuestra en sus frescos de las Estancias del Vaticano. Otros artistas destacados fueron: Masaccio, Fra Angelico, Paolo Ucello, Andrea del Castagno, Perugino, Piero della Francesca, Benozzo Gozzoli, Domenico Ghirlandaio, Botticelli, Andrea del Verrocchio, Luca Signorelli, Andrea Mantegna, Giovanni Bellini, Antonello da Messina, etc. En el resto de Europa: Matthias Grünewald, Alberto Durero, Hans Holbein el Joven y Lucas Cranach el Viejo en Alemania; Quentin Metsys y Pieter Brueghel en Holanda; y Pedro Berruguete, Alejo Fernández, Vicente Masip, Juan de Juanes, Pedro Machuca y Luis de Morales en España.
Las artes industriales tuvieron un gran auge debido al gusto por el lujo de las nuevas clases adineradas: se desarrolló la ebanistería, sobre todo en Italia y Alemania, destacando la técnica de la intarsia, embutidos de madera de varios tonos para producir efectos lineales o de ciertas imágenes. La tapicería destacó en Flandes, con obras basadas en bocetos desarrollados por pintores como Bernard van Orley. La cerámica se elaboró en Italia con barnices vidriados, consiguiendo tonos brillantes de gran efecto. El vidrio se desarrolló notablemente en Venecia (Murano), decorado a veces con hilos de oro o con filamentos de vidrios de colores. La orfebrería fue cultivada por escultores como Lorenzo Ghiberti, con piezas de gran virtuosismo y elevada calidad, destacando especialmente los esmaltes y camafeos. Con la invención de la imprenta se desarrollaron las artes gráficas, apareciendo o perfeccionándose la mayoría de las técnicas de grabado: calcografía (aguafuerte, aguatinta, grabado al buril, grabado a media tinta o grabado a punta seca), linograbado, xilografía, etc.75
La literatura renacentista se desarrolló en torno al humanismo, la nueva teoría que destacaba el papel primordial del ser humano sobre cualquier otra consideración, especialmente la religiosa. En esta época el mundo de las letras recibió un gran impulso con la invención de la imprenta por Gutenberg, hecho que propició el acceso a la literatura por un público más mayoritario. Ello conllevó a una mayor preocupación por la ortografía y la lingüística, surgiendo los primeros sistemas de gramática en lenguas vernáculas (como la española de Elio Antonio de Nebrija) y apareciendo las primeras academias de lenguas nacionales. Entre los literatos de esta época destacan: Angelo Poliziano, Matteo Maria Boiardo, Ludovico Ariosto, Jacopo Sannazaro, Pietro Bembo, Baldassare Castiglione, Torquato Tasso, Tomás Moro, Erasmo de Rotterdam, François Rabelais, Pierre de Ronsard, Michel de Montaigne, Edmund Spenser, Luís de Camões, etc. En España comenzó una edad dorada de las letras, que se prolongaría hasta el siglo XVII: la poesía, influida por la italiana del stil nuovo, contó con las figuras de Garcilaso de la Vega, fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús; en prosa surgieron los libros de caballería (Amadís de Gaula, 1508) y se inició el género de la picaresca con el Lazarillo de Tormes (1554), mientras que despuntó la obra de Miguel de Cervantes, el gran genio de las letras españolas, autor del inmortal Don Quijote (1605).76
El teatro renacentista también acusó el paso del teocentrismo al antropocentrismo, con obras más naturalistas, de aspecto histórico, intentando reflejar las cosas tal como son. Se buscaba la recuperación de la realidad, de la vida en movimiento, de la figura humana en el espacio, en las tres dimensiones, creando espacios de efectos ilusionísticos, en trompe-l'œil. Surgió la reglamentación teatral basada en tres unidades (acción, espacio y tiempo), basándose en la Poética de Aristóteles, teoría introducida por Lodovico Castelvetro. En torno a 1520 surgió en el norte de Italia la Commedia dell'arte, con textos improvisados, en dialecto, predominando la mímica e introduciendo personajes arquetípicos como Arlequín, Colombina, Pulcinella (llamado en Francia Guignol), Pierrot, Pantalone, Pagliaccio, etc. Como principales dramaturgos destacaron Niccolò Machiavelli, Pietro Aretino, Bartolomé Torres Naharro, Lope de Rueda y Fernando de Rojas, con su gran obra La Celestina (1499). En Inglaterra descolló el teatro isabelino, con autores como Christopher Marlowe, Ben Jonson, Thomas Kyd y, especialmente, William Shakespeare, gran genio universal de las letras (Romeo y Julieta, 1597; Hamlet, 1603; Otelo, 1603; Macbeth, 1606).77
Orfeo - Toccata
Menú
0:00
Toccata, de La favola d'Orfeo, una de las primeras óperas (1607), compuesta por Claudio Monteverdi.


La música renacentista supuso la consagración de la polifonía, así como el afianzamiento de la música instrumental, que iría evolucionando hacia la orquesta moderna. Apareció el madrigal como género profano que aunaba texto y música, siendo la expresión paradigmática de la música renacentista. En 1498 Ottaviano Petrucci ideó un sistema de imprenta adaptado a la música, en pentagrama, con lo que se empezó a editar música. Como compositores renacentistas destacaron Orlandus Lassus, Carlo Gesualdo, Giovanni Gabrieli, Tomás Luis de Victoria, Cristóbal de Morales, Claudio Monteverdi y Giovanni Pierluigi da Palestrina. A finales del siglo XVI nació la ópera, iniciativa de un círculo de eruditos (la Camerata Fiorentina) que, al descubrir que el teatro griego antiguo era cantado, tuvieron la idea de musicalizar textos dramáticos. La primera ópera fue Dafne (1594), de Jacopo Peri, a la que siguió Euridice (1600), del mismo autor; en 1602 Giulio Caccini escribió otra Euridice; y, en 1607, Claudio Monteverdi compuso La favola d'Orfeo, donde añadió una introducción musical que denominó sinfonía, y dividió las estructuras cantadas en arias.78
La danza renacentista tuvo una gran revitalización, debida de nuevo al papel preponderante del ser humano sobre la religión, de tal manera que muchos autores consideran esta época el nacimiento de la danza moderna. Se desarrolló sobre todo en Francia –donde fue llamado ballet-comique–, en forma de historias bailadas, sobre textos mitológicos clásicos, siendo impulsado principalmente por la reina Catalina de Médicis. Se suele considerar que el primer ballet fue el Ballet comique de la Reine Louise (1581), de Balthazar de Beaujoyeulx. Las principales modalidades de la época eran la gallarda, la pavana y el tourdion. En esta época surgieron los primeros tratados sobre danza: Domenico da Piacenza escribió De arte saltandi et choreas ducendi, siendo considerado el primer coreógrafo de la historia; Thoinot Arbeau hizo una recopilación de danzas populares francesas (Orchesographie, 1588).79

Manierismo

Surgido igualmente en Italia a mediados del siglo XVI como evolución de las formas renacentistas, el manierismonota 10 abandonó la naturaleza como fuente de inspiración para buscar un tono más emotivo y expresivo, cobrando importancia la interpretación subjetiva que el artista hace de la obra de arte. La arquitectura adquirió un signo más efectista y de tenso equilibrio, destacando el polifacético artista Miguel Ángel, autor del ábside y la cúpula de San Pedro del Vaticano; Jacopo Vignola (Iglesia del Gesù); y Andrea Palladio, creador de un estilo propio (paladianismo), como vemos en la Basílica de Vicenza, la Villa Capra (llamada la Rotonda), San Giorgio Maggiore de Venecia, etc. En Francia surgió la notable Escuela de Fontainebleau. En España se produjo la arquitectura herreriana (por Juan de Herrera), estilo sobrio y sencillo, de formas simples y desnudas de decoración, de acuerdo a la doctrina contrarreformista que entonces imperaba; tuvo su máxima realización en el Monasterio de El Escorial.
La escultura es nuevamente reflejo del pesimismo que dominaba la sociedad italiana de la segunda mitad del siglo XVI, con un arte donde se deforma la realidad a capricho, predominando la expresión sentimental del artista, con figuras estilizadas, en posiciones violentas y actitudes dramáticas. Descuella nuevamente la obra de Miguel Ángel, con obras de tenso dinamismo donde resalta la expresión de la persona representada: Piedad (1501), David (1501-1504), Moisés (1513-1515), Sepulcro de los Médicis (1520-1534), etc. Otros importantes escultores fueron: Baccio Bandinelli, Benvenuto Cellini, Giambologna y Jacopo Sansovino; y, fuera de Italia, Jean Goujon y Germain Pilon en Francia, Adriaen de Vries en Flandes, Hubert Gerhard en Alemania, y Alonso Berruguete, Juan de Juni y Gaspar Becerra en España.
La pintura manierista tuvo un sello más caprichoso, extravagante, con gusto por la forma sinuosa y estilizada, deformando la realidad, con perspectivas distorsionadas y atmósferas efectistas. Destacó en primer lugar –como en las otras artes– Miguel Ángel (autor de la decoración de la Capilla Sixtina), seguido de Bronzino, Andrea del Sarto, Pontormo, Correggio, Parmigianino, Giorgione, Tiziano, Veronese, Tintoretto, Jacopo Bassano, Giuseppe Arcimboldo, etc. Cabe mencionar a Maarten van Heemskerck y Abraham Bloemaert en los Países Bajos, y Bartholomeus Spranger en Alemania. En España destacaron Juan Fernández de Navarrete, Alonso Sánchez Coello, Juan Pantoja de la Cruz y, especialmente, El Greco, artista excepcional creador de un estilo personal y único, de fuerte sentido expresionista.80

Barroco

Las Meninas (1656), de Velázquez (Museo del Prado), fue un alegato de la figura del pintor como artista inspirado, frente a la condición de simple artesano que hasta entonces se tenía del oficio de pintor.
El barroconota 11 se desarrolló entre el siglo XVII y principios del XVIII. Fue una época de grandes disputas en el terreno político y religioso, surgiendo una división entre los países católicos contrarreformistas, donde se afianzó el estado absolutista, y los países protestantes, de signo más parlamentario. El arte se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto racionalismo clasicista pero con formas más dinámicas y efectistas, con gusto por lo sorprendente y anecdótico, por las ilusiones ópticas y los golpes de efecto.
La arquitectura, bajo unas líneas clásicas, asumió unas formas más dinámicas, con una exuberante decoración y un sentido escenográfico de las formas y los volúmenes. Cobró relevancia la modulación del espacio, con preferencia por las curvas cóncavas y convexas, poniendo especial atención en los juegos ópticos (trompe-l'œil) y el punto de vista del espectador. Al igual que en la época anterior, el motor del nuevo estilo volvió a ser Italia: Gian Lorenzo Bernini fue uno de sus mejores exponentes, siendo el principal artífice de la Roma monumental que conocemos hoy día (columnata de la Plaza de San Pedro, baldaquino de San Pedro, San Andrés del Quirinal, Palacio Chigi-Odescalchi); Francesco Borromini es otro gran nombre de la época, autor de las iglesias de San Carlo alle Quattre Fontane y Sant'Ivo alla Sapienza; también destacaron Pietro da Cortona, Baldassare Longhena, Filippo Juvara y Guarino Guarini. En Francia, bajo el reinado de Luis XIV, se iniciaron una serie de construcciones de gran fastuosidad: fachada del Palacio del Louvre, de Louis Le Vau y Claude Perrault; Palacio de Versalles, de Le Vau y Jules Hardouin-Mansart. En Austria destacó Johann Bernhard Fischer von Erlach, autor de la Iglesia de San Carlos Borromeo en Viena. En Inglaterra cabe mencionar la Catedral de San Pablo de Londres, de Christopher Wren. En España, la arquitectura acusó en la primera mitad del siglo XVII la herencia herreriana, con Juan Gómez de Mora como figura destacada, mientras que en la segunda mitad de siglo se dio el estilo churrigueresco (por José Benito Churriguera), caracterizado por el exuberante decorativismo y el uso de columnas salomónicas (Retablo Mayor de San Esteban de Salamanca).
La escultura adquirió el mismo carácter dinámico, sinuoso, expresivo, ornamental, destacando el movimiento y la expresión, con una base naturalista pero deformada a capricho del artista. En Italia destacó nuevamente Bernini, autor de obras como Apolo y Dafne (1622-1625), Éxtasis de Santa Teresa (1644-1652), Muerte de la beata Ludovica Albertoni (1671-1674), etc. En Francia destacaron François Girardon, Antoine Coysevox y Pierre Puget. En España perduró la imaginería religiosa de herencia gótica, destacando Gregorio Fernández, Juan Martínez Montañés, Alonso Cano, Pedro de Mena, Francisco Salzillo, etc.
La pintura se desarrolló en dos tendencias contrapuestas: el naturalismo, basado en la estricta realidad natural, con gusto por el claroscuro –el llamado tenebrismo–, donde cabe citar a Caravaggio, Orazio y Artemisia Gentileschi, Pieter van Laer, Adam Elsheimer, Georges de La Tour y los hermanos Le Nain; y el clasicismo, que es igualmente realista pero con un concepto de la realidad más intelectual e idealizado, englobando a Annibale Carracci, Guido Reni, Domenichino, Guercino, Giovanni Lanfranco, Nicolas Poussin, Claude Lorrain, Hyacinthe Rigaud, etc. En el llamado «pleno barroco» (segunda mitad del siglo XVII), de estilo decorativo y predominio de la pintura mural, destacaron Pietro da Cortona, Andrea Pozzo, Luca Giordano y Charles Le Brun. Aparte de estas corrientes, hubo infinidad de escuelas, estilos y autores de muy diverso signo, destacando dos escuelas regionales: la flamenca (Peter Paul Rubens, Anton Van Dyck, Jacob Jordaens, Frans Snyders), y la holandesa (Rembrandt, Jan Vermeer, Frans Hals). En España destacó la figura excepcional de Diego Velázquez (La fragua de Vulcano, 1630; La rendición de Breda, 1635; Venus del espejo, 1650; Las Meninas, 1656; Las hilanderas, 1657), así como José de Ribera, Francisco Ribalta, Alonso Cano, Francisco de Zurbarán, Juan de Valdés Leal y Bartolomé Esteban Murillo.
En el terreno de las artes industriales, destaca especialmente la ebanistería, que llegó a cotas de altísima calidad sobre todo en Francia, gracias a la obra de André-Charles Boulle, creador de una nueva técnica de aplicación de metales (cobre, estaño) sobre materiales orgánicos (carey, madreperla, marfil) o viceversa. Entre sus obras destacan las dos cómodas del Trianón, en Versalles, y el reloj de péndulo con el Carro de Apolo en Fontainebleau. También destacaron la tapicería, la orfebrería –especialmente las «piedras duras» en Florencia–, la cerámica y el vidrio –que cobró relevancia en Bohemia–.81
Portada del Manuscrito Chacón, que transmitió la obra poética de Luis de Góngora.
La literatura barroca se caracterizó por el pesimismo, con una visión de la vida planteada como lucha, sueño o mentira, donde todo es fugaz y perecedero. Su estilo era suntuoso y recargado, con un lenguaje muy adjetivado y metafórico. En un primer momento se produjeron diversas corrientes: el eufuismo en Inglaterra (John Lyly, Robert Greene), el preciosismo en Francia (Vincent Voiture), el marinismo en Italia (Giambattista Marino), la primera (Martin Opitz, Angelus Silesius, Andreas Gryphius) y segunda escuela de Silesia (Daniel Casper von Lohenstein, Hans Jakob Christoph von Grimmelshausen) en Alemania. Más adelante surgió el clasicismo en Francia, con autores como François de la Rochefoucauld, Jacques-Bénigne Bossuet, Nicolas Boileau-Despréaux, Jean de La Fontaine, François de Malherbe, Cyrano de Bergerac y Madeleine de Scudéry. En Inglaterra destacó la obra poética de John Milton (El paraíso perdido, 1667). En España, donde el siglo XVII sería denominado el «Siglo de oro», se produjeron dos corrientes: el culteranismo, liderado por Luis de Góngora, donde destacaba la belleza formal, con un estilo suntuoso, metafórico, con proliferación de latinismos y juegos gramaticales; y el conceptismo, representado por Francisco de Quevedo y Baltasar Gracián, donde predominaba el ingenio, la agudeza, con un lenguaje conciso pero polisémico, con múltiples significados en pocas palabras.82
En el teatro barroco se desarrolló sobre todo la tragedia, basada en la ineluctabilidad del destino, con un tono clásico, siguiendo las tres unidades de Castelvetro. La escenografía era más recargada, siguiendo el tono ornamental característico del Barroco. Destacan Pierre Corneille, Jean Racine y Molière, representantes del clasicismo francés. En España el teatro era básicamente popular («corral de comedias»), cómico, con una personal tipología, distinguiéndose: bululú, ñaque, gangarilla, cambaleo, garnacha, bojiganga, farándula y compañía. Destacaron Tirso de Molina, Guillén de Castro, Juan Ruiz de Alarcón y, principalmente, Lope de Vega (El perro del hortelano, 1615; Fuenteovejuna, 1618) y Pedro Calderón de la Barca (La vida es sueño, 1636; El alcalde de Zalamea, 1651).83

La música barroca destacó por el contraste, los acordes violentos, los volúmenes móviles, la ornamentación exagerada, la estructura variada y contrastada. Se caracterizó especialmente por la utilización del bajo continuo, sección instrumental grave que sostenía ininterrumpidamente la parte melódica superior. En esta época la música alcanzó cotas de gran brillantez, desvinculándose plenamente de la voz y el texto, surgiendo las formas instrumentales puras (suite, sonata, tocata, concierto, sinfonía). Con la sonata nacieron los nombres de velocidad: allegro, adagio, presto, vivace, andante, etc. En la música religiosa nacen el oratorio y la cantata, mientras que la música coral triunfó especialmente en el mundo protestante. En España nacieron la zarzuela y la tonadilla como manifestaciones de la música popular. Entre las grandes figuras de la música barroca conviene recordar a Antonio Vivaldi, Tommaso Albinoni, Arcangelo Corelli, Marc-Antoine Charpentier, Johann Pachelbel, Heinrich Schütz, Johann Sebastian Bach, Georg Philipp Telemann, Georg Friedrich Haendel, etc.
En ópera destacó la escuela veneciana, primer lugar donde la música se desligó de la protección religiosa o aristocrática para ser representada en lugares públicos: en 1637 se fundó el Teatro di San Cassiano, primer centro operístico del mundo. Comenzó el gusto por las voces solistas, principalmente las agudas (tenor, soprano), apareciendo el fenómeno de los castrati. La ópera barroca destacó por la escenografía complicada, ornamentada, recargada, con cambios repentinos. Destacan Pier Francesco Cavalli, Antonio Cesti, Jean-Baptiste Lully, Henry Purcell, Georg Friedrich Haendel, etc. A finales del siglo XVII, la escuela napolitana introdujo un estilo más purista, más clasicista, simplificando los argumentos y haciendo óperas más cultas y sofisticadas. Alessandro Scarlatti introdujo el aria en tres partes (aria da capo).84
En Francia, la danza barroca (ballet de cour) hizo evolucionar la música instrumental, de melodía única pero con una rítmica adaptada a la danza. Fue patrocinada especialmente por Luis XIV, que convirtió la danza en grandes espectáculos (Ballet de la Nuit, 1653, donde intervino el rey caracterizado de sol), creando en 1661 la Academia real de Danza. Como coreógrafo destacó Pierre Beauchamp, creador de la danse d'école, el primer sistema pedagógico de la danza. Las principales tipologías fueron: minuet, bourrée, polonaise, rigaudon, allemande, zarabande, passepied, gigue, gavotte, etc. En España también se dieron diversas modalidades de danza: seguidilla, zapateado, chacona, fandango, jota, etc.85

Rococó

Desarrollado en el siglo XVIIInota 12 –en convivencia a principios de siglo con el barroco, y a finales con el neoclasicismo–, supuso la pervivencia de las principales manifestaciones artísticas del barroco, con un sentido más enfatizado de la decoración y el gusto ornamental, que son llevados a un paroxismo de riqueza, sofisticación y elegancia. El progresivo auge social de la burguesía y los adelantos científicos, así como el ambiente cultural de la Ilustración, conllevaron el abandono de los temas religiosos a favor de nuevas temáticas y actitudes más mundanas, destacando el lujo y la ostentación como nuevos factores de prestigio social.
La arquitectura pasó de la grandilocuencia barroca a un gusto más delicado, de formas gráciles y con preponderancia de espacios pequeños, de ambientes de recogimiento pensados para el bienestar y el confort. Se puso de moda lo exótico, especialmente el gusto por el arte oriental. El rococó se desarrolló sobre todo en Francia y Alemania, representado principalmente por Ange-Jacques Gabriel (Petit Trianon de Versalles, Hotel Biron de París), François de Cuvilliés (Pabellón de Amalienburg del Palacio de Nymphenburg en Múnich), Johann Balthasar Neumann (Palacio Episcopal de Würzburg) y Dominikus Zimmermann (Iglesia de Wies). En jardinería, al «jardín italiano» sucedió el «jardín francés», de composición geométrica igual que el italiano, pero con una perspectiva más larga, composición más simple, mayores zonas de césped y un nuevo detalle ornamental: el parterre; destacan los jardines de Versalles (diseñados por André Le Nôtre) y Aranjuez.
La escultura tiene un aire grácil, refinado, con cierta pervivencia de las formas barrocas, especialmente por influencia de Bernini. En Italia cabe destacar la Fontana de Trevi, de Pietro Bracci y Filippo della Valle. En Francia destacó la obra de Edmé Bouchardon, Jean-Baptiste Pigalle y Étienne-Maurice Falconet. En Alemania tenemos la presencia de Georg Rafael Donner, Franz Ignaz Günther y los hermanos Asam (Cosmas Damian y Egid Quirin). En España podemos reseñar a Juan Pascual de Mena y Luis Salvador Carmona.
La pintura se movió entre la exaltación religiosa o el paisajismo vedutista en Italia (Giambattista Tiepolo, Canaletto, Francesco Guardi), y las escenas cortesanas de Jean-Antoine Watteau, François Boucher, Jean-Baptiste-Siméon Chardin y Jean-Honoré Fragonard en Francia, pasando por el retratismo inglés de Joshua Reynolds y Thomas Gainsborough. Figura aparte es el inclasificable pintor español Francisco de Goya, que evolucionó desde un sello más o menos rococó hasta un cierto prerromanticismo, pero con una obra personal y expresiva de fuerte tono intimista. Cultivó tanto la pintura como el grabado, siendo igualmente de destacar sus cartones para tapices. Entre sus obras destacan: los Caprichos (1799), La familia de Carlos IV (1800), El tres de mayo de 1808 en Madrid (1814), las Pinturas negras (1820), etc.
Las artes decorativas tuvieron especial relevancia, ya que, como se ha señalado, el rococó fue un arte de aire burgués dedicado a la ostentación y el lujo. Se desarrolló notablemente el interiorismo, con especial énfasis en el mobiliario, los espejos, las sedas, los tapices y los objetos de porcelana. Esta última tuvo una gran difusión, sobre todo la de Sajonia y la de Sèvres, con delicados motivos ornamentales, preferentemente de estilo oriental. En porcelana se fabricaron también pequeñas tallas escultóricas con motivos galantes, pastorales o de la Commedia dell'arte. En mobiliario se desarrolló el «estilo Chippendale» (por Thomas Chippendale), caracterizado por el eclecticismo, con mezcla de elementos góticos, rococó, palladianos y chinescos. En España adquirieron notoriedad los tapices de la Real Fábrica de Santa Bárbara, algunos de ellos diseñados por Goya. En esta época apareció la litografía, nueva modalidad de grabado sobre piedra caliza, inventada por Aloys Senefelder en 1778.86
Portada de L'Encyclopédie (1751).
A nivel literario, el siglo XVIII fue el de la Ilustración, proyecto iniciado con L'Encyclopédie de Diderot y D'Alembert y que supuso la consagración del racionalismo a nivel filosófico, poniendo el acento en la idea de progreso del ser humano y su capacidad ilimitada, concepto que estableció el germen de la era moderna. Sus principales representantes fueron Montesquieu, Voltaire, Denis Diderot, Jean-Jacques Rousseau, el Abate Prévost, André Chénier, Giambattista Vico, Alexander Pope, Daniel Defoe, Jonathan Swift, etc. En España se denotó la influencia francesa en una literatura crítica y especulativa, ganando gran auge el género del ensayo; destacaron Benito Jerónimo Feijoo, Diego de Torres Villarroel, Ignacio Luzán y José Francisco de Isla. Es de remarcar la fundación en esta época de la Biblioteca Nacional y la Real Academia Española.87
El teatro en el siglo XVIII siguió modelos anteriores, contando como principal innovación la reforma que efectuó Carlo Goldoni de la comedia, que abandonó la vulgaridad y se inspiró en costumbres y personajes de la vida real. También se desarrolló el drama, situado entre la tragedia y la comedia. La escenografía era más naturalista, con un mayor contacto entre público y actores. Los montajes solían ser más populares, atrayendo un mayor público, dejando el teatro de estar reservado a las clases altas. Al organizarse espectáculos más complejos, empezó a cobrar protagonismo la figura del director de escena. Como dramaturgos destacan Pietro Metastasio, Pierre de Marivaux, Pierre-Augustin de Beaumarchais y Voltaire. En España, Nicolás Fernández de Moratín se enmarca en la «comedia de salón» dieciochesca, con base en Molière.88
Al rococó en música corresponde la llamada «música galante», que era más tranquila que la barroca, más ligera y sencilla, amable, decorativa, destacando el sentimentalismo. Desapareció el gusto por el contraste y se buscó la gradación sonora (crescendo, diminuendo). En la llamada Escuela de Mannheim se desarrolla la música sinfónica, con la primera gran orquesta moderna (40 instrumentos), iniciativa del elector Carlos Teodoro de Wittelsbach. Su principal representante, Johann Stamitz, es considerado el primer director de orquesta. De entre los músicos de la época destacan los hijos de Bach: Wilhelm Friedemann, Carl Philipp Emanuel, Johann Christoph Friedrich y Johann Christian –este último introductor del piano en la música sinfónica, inventado en 1711 por Bartolomeo Cristofori–. En ópera, junto a la culta aparece la «ópera bufa», de aire cómico, destinada a un público más popular, con influencia de la Commedia dell'arte (Niccolò Piccinni, Baldassare Galuppi).89
La danza siguió desarrollándose sobre todo en Francia, donde en 1713 se creó la Escuela de Ballet de la Ópera de París, la primera academia de danza. Raoul-Auger Feuillet creó en 1700 un sistema de notación de danza, para poder transcribir por escrito la diversa variedad de pasos de danza. En esta época la danza comenzó a independizarse de la poesía, la ópera y el teatro, consiguiendo autonomía propia como arte, y formulando un vocabulario propio. Se empezaron a escribir obras musicales sólo para ballet, destacando Jean-Philippe Rameau –creador de la opéra-ballet–, y comenzaron a surgir nombres de bailarines destacados, como Gaetano Vestris y Marie Camargo. A nivel popular, el baile de moda fue el vals, de compás ¾, mientras que en España surgió el flamenco.90

Neoclasicismo

El auge de la burguesía tras la Revolución Francesa favoreció el resurgimiento de las formas clásicas, más puras y austeras, en contraposición a los excesos ornamentales del barroco y rococó, identificados con la aristocracia. A este ambiente de valoración del legado clásico grecorromano influyó el hallazgo arqueológico de Pompeya y Herculano, junto a la difusión de un ideario de perfección de las formas clásicas efectuado por Johann Joachim Winckelmann, quien postuló que en la antigua Grecia se dio la belleza perfecta, generando un mito sobre la perfección de la belleza clásica que aún condiciona la percepción del arte hoy día.nota 13
La arquitectura neoclásica era más racional, de signo funcional y un cierto aire utópico, como vemos en los postulados de Claude-Nicolas Ledoux y Étienne-Louis Boullée. Conviene distinguir dos tipos de arquitectura neoclásica: la de herencia barroca, pero despojada de excesiva decoración para distinguirse de la arquitectura rococó; y la propiamente neoclásica, de líneas austeras y racionales, sobria y funcional. A la primera pertenecen obras como el Panteón de París, de Jacques-Germain Soufflot, o la Ópera de Berlín, de Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff; también se enmarca en esta línea el neopalladianismo británico y estadounidense. En la nueva línea más racional puede mencionarse el proyecto urbanístico de las Tullerías, de Pierre-François-Léonard Fontaine (iniciador del llamado «estilo Imperio»); la Piazza del Popolo de Roma, de Giuseppe Valadier; el Walhalla de Ratisbona, de Leo von Klenze; y el Museo del Prado de Madrid, de Juan de Villanueva.
La escultura, de lógico referente grecorromano, tuvo como principales figuras a: Jean-Antoine Houdon, retratista de la sociedad prerrevolucionaria (Rousseau, Voltaire, Lafayette, Mirabeau); Antonio Canova, que trabajó para los papas y la corte de Napoleón (Paulina Borghese como Venus, 1805-1807); y Bertel Thorvaldsen, muy influido por la escultura griega, consagrado a la mitología y la historia antiguas (Jasón con el vellocino de oro, 1803). Otros nombres destacables serían John Flaxman, Johann Gottfried Schadow, Johan Tobias Sergel y Damià Campeny.
La pintura mantuvo un sello austero y equilibrado, influido por la escultura grecorromana o figuras como Rafael y Poussin. Destacó especialmente Jacques-Louis David, pintor «oficial» de la Revolución Francesa (Juramento de los Horacios,1784; La muerte de Marat, 1793; Napoleón cruzando los Alpes, 1800). Junto a él conviene recordar a: François Gérard, Antoine-Jean Gros, Pierre-Paul Prud'hon, Anne-Louis Girodet-Trioson, Jean Auguste Dominique Ingres, Joseph Wright of Derby, Johann Zoffany, Angelika Kauffmann, Anton Raphael Mengs, Joseph Anton Koch, Asmus Jacob Carstens, José de Madrazo, etc.91
Las artes decorativas se desarrollaron en diversos estilos, algunos de los cuales perduraron a lo largo del siglo XIX: el estilo Directorio surgió en Francia en la época del Directorio (1795-1805), caracterizado por las líneas sencillas, clásicas, sobrias, sin adornos excesivos; el estilo Imperio se desarrolló en la Francia napoleónica y de la Restauración, de donde pasó al resto de Europa, sustituyendo la sobriedad por la ostentación y el lujo, con un estilo suntuoso, con preferencia de temas exóticos y orientales; en contraposición, el estilo Biedermeier alemán presentó un diseño más práctico y cómodo, de líneas sencillas y hogareñas. Estos estilos influyeron en el isabelino español y el victoriano inglés, de aire burgués, dedicados al lujo y la ostentación, aunque sin renunciar al confort y la funcionalidad.
A nivel literario, a finales del siglo XVIII se produjo una vuelta a premisas clasicistas, con la pretensión de establecer un tipo de literatura preceptiva, ordenadora, con una base ética e intelectual. Muchos de los autores de esta época estuvieron a caballo entre el neoclasicismo y el prerromanticismo, destacando: Friedrich Gottlieb Klopstock, Christoph Martin Wieland, Henry Fielding, Laurence Sterne, etc. En España, se denotó la influencia del clasicismo francés y los preceptos fijados por Boileau, destacando José Cadalso, Juan Meléndez Valdés y Gaspar Melchor de Jovellanos, así como los fabulistas Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego.92 El teatro neoclásico tuvo pocas variaciones respecto al desarrollado a lo largo del siglo XVIII, siendo su principal característica la inspiración en modelos clásicos grecorromanos, seña de identidad de esta corriente. Destacan: Vittorio Alfieri, Richard Brinsley Sheridan y Gotthold Ephraim Lessing y, en España, Leandro Fernández de Moratín y Vicente García de la Huerta.
fuente:https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_arte#Arte_de_la_Edad_Moderna